Un poema de critica a la superficialidad de las relaciones interpersonales
Este poema es una composición que aborda temas profundos como el deseo, el alcoholismo y la superficialidad. Cuando lo escribí, estaba sumido en un profundo sentimiento de inconformidad con algunas de las personas que me rodeaban, especialmente en el ámbito de la vida nocturna. Utilizo un lenguaje soez y crudo para retratar la experiencia de un hombre embriagado que se siente atraído por una mujer, aunque reconoce en ella sus banales intenciones. Es un reflejo de la complejidad de las relaciones humanas y cómo el deseo y la necesidad de compañía pueden mezclarse con la insatisfacción y el desencanto.
La riqueza como un factor de atracción se presenta como un tema recurrente en el poema. El protagonista se describe a sí mismo como un "borracho" y un "problema", pero también como alguien con recursos financieros. Esta dualidad entre la imagen superficial y la realidad subyacente subraya la superficialidad de las conexiones humanas basadas en la apariencia y el estatus económico.
Además, el poema se convierte en una crítica a la superficialidad y la hipocresía presentes en las relaciones interpersonales. Es un cuestionamiento directo de las motivaciones detrás de estos encuentros superficiales, donde la atracción material y la conveniencia eclipsan cualquier conexión genuina entre las personas involucradas. Este análisis crítico refleja mi propia lucha por encontrar autenticidad en un entorno caracterizado por la falsedad y la superficialidad.
En última instancia, es importante recordar que estos poemas fueron escritos hace una década, cuando era un joven que aún estaba descubriendo su identidad y su lugar en el mundo. Leerlos con esta perspectiva en mente permite comprender mejor la evolución de mis pensamientos y emociones a lo largo del tiempo.
Rompiendo mi vergüenza en tu trasero,
sonriendo, me fijo en tu pelo.
Tambaleando voy,
ya no veo ni el suelo,
bebiendo demasiado estoy,
impregnándome en veneno.
Soy el borracho de tu pueblo,
voy acercándome despacio.
Soy enorme como un armario,
doy penita como un payaso.
Soy asqueroso cual geranio,
pero soy rico como los de palacio.
Tengo cuarenta y pico, pero soy rico,
tengo una cuenta corriente, chico,
que no igualarías ni vendiendo perico.
Tengo barriga cervecera,
saco conejos de mi chistera,
y tengo cara de gorrino,
pero la cartera llena.
Seguro que conscientes que te arrime mi pepino antes de la cena.
Ya lo sé,
yo soy un borracho,
yo soy un problema.
Soy lo que nunca has deseado,
pero dices que te comes por pena,
cuando en realidad es por pasta...
Tú lo que quieres es salir en la revista.
No insistas,
que nadie te ha creído,
todos hemos visto
que te gustan los fornidos,
aunque acabes montando
con el jambo
que de dinero está podrido!
